En el post de hoy quiero hablaros
de lo que recientemente ha sucedido en el despacho del abogado Jose Maria Garzon.
Hemos vivido esta semana como con las prisas del fin de año una familia se
apresuraba a presentar una demanda relativa a unas lindes de unas tierras
rústicas que les había dejado su padre en herencia.
Eso no supone
ninguna novedad pues es muy corriente que en estas fechas, coincidiendo con el
fin de año los clientes quieran dejar hecho lo que habían acordado sin duda con
la sensación del deber cumplido a tiempo.
Lo que sí es
una novedad en el despacho de abogados de jose maria garzon ver como lo que en un principio comienza como un acuerdo familiar
termina como el rosario de la Aurora, dejando salir los más bajos instintos
familiares y corriendo las rencillas que desde hace mucho tiempo cada uno de
ellos tenía guardadas y cargadas de rencor.
Sorprende como
un matrimonio, al que conocíamos muy bien puesto que ello fueron clientes
nuestros, encargados durante toda su vida en crear una familia muy unida,
dándolo todo para ellos, a su muerte desencadenan una guerra familiar. Los
hermanos, cargados de complejos de niños ricos, no por su esfuerzo sino por el
de sus padres, una vez que tienen que demostrar esa generosidad de la que tanto
dieron ejemplo sus ascendientes, no saben hacerlo.
Se cargan de
razones para pelear por una porción insignificante que no les va a aumentar
siquiera significativamente su patrimonio. Ya se encargaron sus padres de
dejarles bien “colocados”. Con una empresa que funciona aunque ellos mismos se
empeñaran en hacerla quebrar. Para algo deben de servir los años que el padre
se dejó en esa empresa, mientras la madre compatibilizaba el trabajo en la
misma con su labor en la casa. Todos ellos piden consejos al despacho de abogados de jose maria garzon, por la confianza que siempre han tenido en este despacho, y más aún cuando cada uno tiene una opinión diferente.
De algo
tuvieron que servir las muchas crisis superadas, los cientos de horas
invertidas, las muchas relaciones públicas que tuvieron que hacer y como no el
buen material que venden a precios muy competitivos. Son muchos los años conociendo
comerciales y productos. Comprando aquí y allí. Visitando ferias y
exposiciones. Desechando productos muy baratos venidos desde Asia que no
cumplían a juicio del patriarca estándares nacionales.
Pero todo ello
se torna insignificante cuando peleando por unas lindes de unos terrenos
agrícolas olvidados desde hace varios años que murió el pater familia se
desatan los rencores, el tú tienes más que yo, el yo tuve que heredar el coche
que tú ya no querías y a ti te compró el coche nuevo, sin darse cuenta que
jamás tuvieron que hacer un esfuerzo para pagar a plazos lo que les era
regalado.
Da pena ver
como la labor hecha por unos padres desaparece con ellos y sólo por el
componente personal del egoísmo. ¿Sería nuestra sociedad diferente si nada se
mirara con la lupa del valor del dinero? Sin duda. Pero eso nos restaría a los
abogados la gran parte de nuestro trabajo porque la gran mayoría de las
discusiones jurídicas tienen como trasfondo el vil metal, metal que nos hace
moralmente cada vez más pequeños, sin que los valores tengan ninguna
importancia. Desde el despacho de abogados de jose maria garzon, recomendamos encarecidamente respetar la última voluntad de cualquier persona como principio básico del derecho hereditario, pero mucho mas aún, como respeto a la voluntad de la persona a la que se estimaba. La evitación de cualquier conflicto sería un maravilloso homenaje a la persona fallecida, y si por el contrario fuera necesario iniciar cualquier proceso judicial, que al menos lo sea no de una manera bélica, sino como solicitud de auxilio judicial por diferentes tipos de interpretación de voluntades testamentarias.
Desde el despacho de abogados de Jose Maria Garzon, se ven frecuentemente situaciones similares que por una herencia no sólo se rompe una familia, sino que también se ven destruidos negocios y demás enlaces o vínculos personales. No es por llenar los Juzgados con demandas llenas de razón, sino por intentar respetar la voluntad de un difunto que lo primero que quería era ver a su familia unida.