Cuando los acuerdos no son
convenidos.
Es una práctica que empieza a ser
muy habitual en el quehacer habitual de compañeros que se visten tras una apariencia
de ser abogados que prefieren un acuerdo antes que a un juicio. Curiosamente
esos son los compañeros que con mas frecuencia ocasionan mas desacuerdos que
acuerdos, porque curiosamente se creen que tienen la verdad absoluta sobre los
hechos y sobre lo que se tiene que pactar.
Los buenos compañeros que quieren
llegar a acuerdos deberán exponer sus intenciones o por lo menos los extremos
sobre los que quiere transigir y sobre los que no. De esa manera se pueden
acercar posturas.
El imponer condiciones y sobre
todo convenios y acuerdos sobre los que no se puede negociar no es ser un
abogado de acuerdos.
El ámbito donde mas se suele ver
este tipo de actuaciones son en compañeros abogados que dicen ser
especializados en derecho de familiar, pero que intentar imponer su criterio a
la hora de negociar un convenio.
Me gustaría hacer un llamamiento
a los compañeros para que recapacitemos en que prácticamente ningún cliente nos
cuenta toda la verdad, así que nosotros tampoco podemos imponer criterios
basados en esos criterios que los clientes nos transmiten, ya que hay muchas
veces que una vez acabado el juicio es el propio cliente el que cuenta toda la
verdad, o que en el propio juicio nos enteramos de extremos que el cliente nos
ha ocultado.
Es imposible estar las
veinticuatro horas en la vida de una persona, mucho menos grabarlas y luego
como se interpreta los hechos, de manera que una misma vivencia cada partícipe
de la misma la vive de manera individualizada y personalizada.
De manera que es difícil llegar a
un acuerdo pero si los abogados asumimos como personales los expedientes
basados en lo que el cliente nos cuenta, rara vez mantendremos la imparcialidad
y la objetividad para poder acercar posturas basadas en criterios razonables,
ya que pasaremos a ser alentadores de criterios emocionales de nuestros
clientes.
Acuerdos si, pero que sean
favorables a ambas partes. Cada acuerdo que se tome en el que una de las partes
salga desfavorecida será un mal acuerdo porque habrá un vencedor y un perdedor,
y perderíamos la esencia principal de lo que es un consenso.