miércoles, 29 de mayo de 2019

Los delitos de estafa están en auge. Con el inicio de la crisis y de la enseñanzas de la anterior recesión económica han surgido una serie de conductas delictivas que cada vez va mas en aumento y que tienen gran repercusión en la Administración de Justicia.
 
Repercuten gravemente al elevar el número de asuntos por procedimientos que tienen una investigación fácil, pero que añadido a la carga de trabajo actual surgen demoras injustificadas.
 
Cuanto la economía no funciona adecuadamente, los ciudadanos tienden a deshacerse de sus vehículos considerados de gama alta que ya son de difícil mantenimiento para sus dueños y que tienen averías, vendiéndolo con los defectos o averías que tienen originariamente. Y al proceder a la venta de los mismos aparecen esas averías  que inicialmente no se podían apreciar pero que ocasiona un coste muy elevado para la parte compradora.
 
En estos casos la parte vendedora se ha desprendido de un vehículo averiado y con dificultad de mantenimiento y la parte compradora ha obtenido un vehículo que están constantemente en el taller para arreglar todo lo que tienes.
 
Partimos de la premisa que casi cualquier persona compra un vehículo sin tener conocimiento de mecánica y por eso le impide saber el estado real del vehículo. También surgen al dificultad de no existir un control legal de todas las reparaciones que tiene cualquier vehículo como si fuera un historial médico de un paciente, que ello llevaría por lo menos a tener mas certidumbre en cualquier persona a la hora de realizar cualquier compra.
 
Tampoco existen los medios adecuados dados por la administración para que se revise mecánicamente cualquier vehículo en venta y así poder evitar esas circunstancias indeseables para mucha gente, ya que, seguramente, muchas personas no adquirirían un vehículo si conocieran el estado real del mismo, además de evitarse los costes judiciales siguientes con el mismo.
 
Finalmente para poder reclamar todos los defectos que existen en un vehículo es conveniente encargar un informe pericial para poder demostrar la veracidad de nuestras alegaciones y pretensiones, dejando procesalmente la doble elección de aportar un informe de parte o bien designar judicialmente un perito que sea de absoluta imparcialidad.
 
Con su resultado posterior solo faltará demostrar si hubo algún de dolo o engaño por parte de la parte vendedora y subsidiariamente demostrar si existen vicios ocultos que no pudieron conocerse a la fecha de la venta.
 
En ambos casos la parte vendedora tiene la obligación de reparar los daños del vehículo y en muchos casos se acuerda la devolución del mismo.
 
JOSE MARIA GARZON
ABOGADO

miércoles, 6 de febrero de 2019

falsos acuerdos


Cuando los acuerdos no son convenidos.

Es una práctica que empieza a ser muy habitual en el quehacer habitual de compañeros que se visten tras una apariencia de ser abogados que prefieren un acuerdo antes que a un juicio. Curiosamente esos son los compañeros que con mas frecuencia ocasionan mas desacuerdos que acuerdos, porque curiosamente se creen que tienen la verdad absoluta sobre los hechos y sobre lo que se tiene que pactar.

Los buenos compañeros que quieren llegar a acuerdos deberán exponer sus intenciones o por lo menos los extremos sobre los que quiere transigir y sobre los que no. De esa manera se pueden acercar posturas.

El imponer condiciones y sobre todo convenios y acuerdos sobre los que no se puede negociar no es ser un abogado de acuerdos.
El ámbito donde mas se suele ver este tipo de actuaciones son en compañeros abogados que dicen ser especializados en derecho de familiar, pero que intentar imponer su criterio a la hora de negociar un convenio.

Me gustaría hacer un llamamiento a los compañeros para que recapacitemos en que prácticamente ningún cliente nos cuenta toda la verdad, así que nosotros tampoco podemos imponer criterios basados en esos criterios que los clientes nos transmiten, ya que hay muchas veces que una vez acabado el juicio es el propio cliente el que cuenta toda la verdad, o que en el propio juicio nos enteramos de extremos que el cliente nos ha ocultado.

Es imposible estar las veinticuatro horas en la vida de una persona, mucho menos grabarlas y luego como se interpreta los hechos, de manera que una misma vivencia cada partícipe de la misma la vive de manera individualizada y personalizada.

De manera que es difícil llegar a un acuerdo pero si los abogados asumimos como personales los expedientes basados en lo que el cliente nos cuenta, rara vez mantendremos la imparcialidad y la objetividad para poder acercar posturas basadas en criterios razonables, ya que pasaremos a ser alentadores de criterios emocionales de nuestros clientes.

Acuerdos si, pero que sean favorables a ambas partes. Cada acuerdo que se tome en el que una de las partes salga desfavorecida será un mal acuerdo porque habrá un vencedor y un perdedor, y perderíamos la esencia principal de lo que es un consenso.